Cuando se piensa al amor de pareja suelen recurrirse a metáforas tales como la horma de mi zapato, o la más popular: encontrar mi media naranja. Esta forma de pensar al amor nos exije detenernos en al menos tres dificultades.
Por simpáticas que parezcan, estas expresiones están lejos de ser ingenuas, ya que connotan un modo muy particular de concebir la existencia humana, a saber: que somos seres incompletos, y que es necesaria la llegada de ese otro u otra ideal para que nuestra vida funcione. Podemos coincidir en un punto con este planteo, y es que efectivamente somos seres incompletos, determinados por una falta o insatisfacción que pone en marcha al deseo. Pero de allí a suponer que venimos al mundo partidos por la mitad, hay una distancia bastante larga.
El segundo problema que nos plantea la metáfora de encontrar nuestra media naranja, es que sugiere la idea de que ese otro ideal nos preexiste, es decir anda suelto por ahí con todas esas características fantásticas que tanto necesitamos, y que solamente es cuestión de encontrarlo. El amor se reduce entonces a una especie de «búsqueda del tesoro» en la cual hay bendecidos y desafortunados.
Se niega de este modo que la pareja es una construcción, que es conjunta y que tiene lugar recién cuando dos personas coinciden en un tiempo, espacio y bajo condiciones específicas. Es cierto que existen características individuales previas en los sujetos, a partir de las cuales una pareja puede ser más o menos compatible con lo que cada integrante espera. Pero en absoluto es posible pensar una pareja sin esa interacción sinérgica que se habilita recién a partir del primer contacto. Una pareja no es la suma de dos piezas que encajan. El encaje nunca es perfecto, y es el resultado de muchos acuerdos, paciencia, respeto y sobre todo ternura. Es decir, es necesario entender que a nuestra media naranja siempre le falta un gajo.
Y el tercer inconveniente de nuestra metáfora cítrica es, acaso, el más complejo de todos: Quien piensa al amor en términos de encontrar al otro que lo complete, rara vez propone una relación simétrica. Es decir necesita que lo completen, pero no es capaz ni está dispuesto a completar a nadie (el mayor problema de quien se queja porque no lo aman, es en realidad, su incapacidad para amar). Son personas demandantes, que necesitan permanentemente que los reafirmen demostrándole una y otra vez amor incondicional. Basan su elección de pareja en la Necesidad y no en el Deseo, y el otro tiene asignado un rol que no es el de amar y ser amado, sino el de ser un accesorio que completa al otro. Y ahí radica el problema, ya que una pareja bien concebida no viene a completarnos, sino a modificarnos. En resumen: mientras uno encuentra su media naranja perfecta, al otro le toca comerse una bastante amarga.
En palabras de Erich Fromm: El amor infantil reza «Te amo porque te necesito»; el amor Maduro «Te necesito porque te amo».
Psic. Mariano Dicosimo
*Ilustración de Rodografo
Muy bueno
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Porque algunas personas se estancan en relaciones ,hoy denominadas tóxicas
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